sábado, 8 de diciembre de 2018

El sitio arqueológico Caserío El Hotel: Un acercamiento a su juego de pelota

Datos de la autora: 
Katherine L. García 
Arqueóloga 
San Salvador, 2018
Localizado en el Departamento de San Miguel,El Salvador, a aproximadamente 300 metros sobre el nivel del mar, el sitio arqueológico Caserío El Hotel es conocido también como Cerro Apavaya.
            Este sitio fue registrado en 1977 por Hernández quien asegura que consiste en una serie de aproximadamente 10 montículos distribuidos en un área de 15 manzanas, el montículo principal presenta una altura de 7 metros aproximadamente, al Este del sitio se encontraron dos montículos alargados longitudinalmente de unos 40 metros el cual se considera un posible campo de juego de pelota, al sur de estos se encuentran al menos 6 montículos más.
            Al momento de su registro, se diseñó un croquis de las estructuras visibles en el sitio dentro del cual se muestra que entre los montículos se construyó una pista de aterrizaje (Hernández G. E., 1977) (Figura 1).
Figura 1: Croquis del sitio arqueológico Caserío El Hotel. Tomado de Hernández, 1977.
            Dentro de la presente investigación se logró visitar este sitio arqueológico y fue posible registrar su estado de conservación; de los once montículos mostrados en el croquis del sitio de 1977, solo siete son fácilmente visibles; en la fotografía aérea del sitio es posible observar tres de estos montículos (Figura 2). Por otro lado, es probable que los demás montículos hayan sido destruidos pues en la zona se da la constante remoción de rocas (Figura 3) ya que actualmente el terreno se utiliza para el cultivo de maíz. Por otro lado, no se observó la mencionada pista de aterrizaje.
Figura 2: Fotografía aérea del sitio arqueológico Caserío El Hotel. Tomada por Danilo Barrientos, Ronny Cortez y Katherine García, 2017.

Figura 3: Fotografía de concentración de rocas removidas de los montículos del sitio arqueológico Caserío El Hotel. Tomada por Katherine García, 2017.
            Actualmente, el sitio se encuentra dividido en dos propietarios, la parte Oeste pertenece al sr. José Alcides Orellana mientras que la sección Este pertenece al sr. Daniel Portillo; esta división se sitúa sobre las estructuras del juego de pelota del sitio por lo que estos montículos se encuentran divididos en dos terrenos y han sido dañadas también debido a la remoción de rocas (Figura 4).

Figura 4: Fotografía panorámica de los montículos del juego de pelota del sitio. Tomada por Katherine García, 2017.
            Debido al estado de conservación actual de los montículos y la falta de un registro detallado del sitio, no ha sido posible determinar la tipología de este campo de juego ni el significado que este pudo tener para sus habitantes. De la misma forma, existe la problemática de la falta de fechamiento para este sitio; durante la visita fue posible observar y fotografiar material cerámico pero no fue posible analizar la tipología del mismo, no obstante, los propietarios de los terrenos muestran disposición para que estudios arqueológicos se lleven a cabo, de igual manera, la municipalidad de Lolotique por lo que se espera que estos se realicen antes de que las estructuras sean completamente dañadas (Figura 5).
Figura 5: Fragmentos cerámicos encontrados en superficie en la visita al sitio arqueológico Caserío El Hotel. Tomada por Katherine García, 2017.

Referencias
Hernández, G. E. (1977). Caserío El Hotel-Cerro Apavaya. San Salvador.

La arqueología contextual: Una herramienta para la interpretación simbólica del juego de pelota mesoamericano

Datos de la autora: 
Katherine L. García 
Arqueóloga 
San Salvador, 2018

La arqueología se centra esencialmente en la reconstrucción del pasado, tomando con el paso del tiempo una mayor relevancia el significado simbólico de este pasado; ante esto, Hodder (1988), plantea el enfoque de la arqueología contextual como una alternativa para la interpretación de estos significados simbólicos plasmados en la cultura material.
De esta forma, a raíz de sus trabajos en los años 70, Ian Hodder descubre que el simbolismo es una parte esencial de lo que compone a la cultura material por lo que surge una transformación referente a la concepción que se tenía sobre la misma, dado a que pasa de ser un reflejo adaptativo o una organización socio política, a ser un elemento activo dentro de las dinámicas sociales (Gonzalo, 1992).
Asimismo, se comprende que para llegar a conocer este simbolismo, es necesario un análisis profundo del contexto de esta cultura material. En relación a ello, Hodder (1988), define contexto como el medio por el cual un objeto deja de ser mudo, un ambiente dentro del cual se ve presentado su significado. Ante esto, Jiménez (2015), afirma que un contexto arqueológico es el medio físico dentro del cual se encuentra la cultura material que presenta una función determinada ya sea a nivel simbólico o pragmático
Es posible afirmar entonces que “la importancia del contexto supone, por consiguiente, reafirmar la importancia de la arqueología como arqueología” (Hodder, 1988, p. 135) pues la función del contexto es el conectar la cultura material a una situación (o conjunto de situaciones) especifica.
Sin embargo, de acuerdo con Gonzalo (1992), es necesario conocer profundamente este contexto para poder comprender el significado de esta cultura material pues los restos culturales pueden utilizarse con fines opuestos en una población, por ello, es fundamental examinar y analizar todos los aspectos vinculados al registro arqueológico.
Debido a ello, el contexto arqueológico va siendo cada vez más significativo; según Hodder (1988), existen dos tipos de significado: el sistema de interrelaciones funcionales que busca el significado por medio del análisis del entorno físico y humano; y el contenido de los símbolos e ideas. De esta forma, es posible comprender los conceptos públicos-sociales de la vida cotidiana de una población ya que “los símbolos materiales son también duraderos y menos flexibles” (p. 138).
Resulta entonces importante conocer la forma mediante la cual se aplica este enfoque  dentro del análisis simbólico de los contextos culturales ya que:
            Cuando los arqueólogos empiezan a sistematizar la metodología para interpretar el contenido del significado del pasado a partir de la cultura material, suelen proceder a identificar varios tipos de semejanzas y diferencias relevantes, que, a su vez, forman varios tipos de asociaciones contextuales. Luego proceden a hacer abstracciones partiendo de los contextos, las asociaciones y las diferencias, para intentar llegar al significado en términos de función y contenido (Hodder, 1988, p. 140).
Partiendo entonces de las similitudes y discrepancias entre elementos temporales, espaciales, de deposición y tipológicos, es posible comprender la dinámica social de una población particular y conocer así la función desempeñada por la cultura material asociada a esta población (Hodder, 1988).
Al enfocarse principalmente en la cultura material para la comprensión de una población y los significados que estos le aportaban a dicha cultura, la arqueología contextual permite interpretar el rol desempeñado por el juego de pelota en sitios arqueológicos prehispánicos a pesar de que las excavaciones desarrolladas en estas estructuras son escasas,  pues a diferencia de otros enfoques, en este el estudio no se ve limitado a un artefacto o construcción, sino al contexto en el cual este se encuentra, lo cual permite una mejor comprensión de la dinámica y rol desempeñado por esta práctica cultural.
Un análisis profundo del contexto de esta cultura material es necesario para poder comprender el posible simbolismo que presentaba la práctica del juego de pelota para las poblaciones mesoamericanas pues a pesar de ser conocido como un juego, esta no era meramente una acción recreativa. De acuerdo con Velásquez (2015), es posible que en un inicio el juego de pelota fuese una actividad deportiva y recreativa y que, tras una monopolización de las elites estatales, se le introdujeron prácticos rituales al juego, proporcionándole así un significado.
Ante esto, Taladoire (2015), plantea que el hablar del tlachtli –nombre náhuatl del juego de pelota-, no hace referencia solo al aspecto arquitectónico de la cancha o tecnológico del hule, sino también del ritual el cual fue un significado que fue cambiando con el paso del tiempo. Sin embargo, Ocampo (2015), afirma que las estructuras designadas al juego de pelota eran construidas en terrenos bajos dada la relación de esta práctica con el inframundo ya que se considera que al cortar transversalmente las estructuras es posible visualizar una forma de V que debió representar que la cancha era la entrada al inframundo.
Este posicionamiento de las canchas en un nivel inferior debido a la relación del juego está relacionado también a que las pirámides que tendían a simbolizar un nivel superior o celestial fuesen construidas en terrenos altos y finalmente las plazas, palacios y edificios asociados se construían a un nivel intermedio pues representaban el nivel terrestre (Taladoire, 2001).
A partir de lo expuesto previamente, es posible entonces asegurar que el contexto bajo el cual se encuentran las estructuras destinadas a la práctica del juego de pelota denotan también el significado o simbolismo presentado por esta práctica, no obstante, es importante considerar que cada campo de juego es diferente y que el desarrollo socio cultural fue variado dentro de los distintos territorios mesoamericanos a través del tiempo por lo que al analizar este contexto cultural además de conocer sobre los mismos es necesario analizar las dinámicas de la época identificadas en el sitio arqueológico analizado. Asimismo, el contexto cultural es una herramienta más para llevar a cabo este análisis, es necesario considerar que el simbolismo es un elemento cultural complejo expuesto no solo a través de la arquitectura sino también en los escritos, artefactos y diferentes manifestaciones culturales.

Referencias
Gonzalo, A. (1992). Enfoques teóricos en arqueología. Madrid: Fundación Ortega y Gasset.
Hodder, I. (1988). Interpretación en Arqueología. Corrientes actuales. Barcelona: Crítica.
Taladoire, E. (2001). The architectural backgroung of the pre-hispanic ballgame: An evolutionary perspective. En M. Whittington (Ed.), The Sport of Life and Death The Mesoamerican Ballgame. (97-115). New York: Thames & Hudson.
Ocampo, J. G. (2015). El juego de pelota prehispánico y los juegos olímpicos. Revista U.D.C.A Actualidad & Divulgación Científica. 15, 17-25.
Taladoire, E. (2015). Las aportaciones de los manuscritos pictográficos al estudio del juego de pelota. Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas. (105), 181-221.
Velásquez, E. (2015). El juego de pelota entre los mayas del periodo Clásico (250-900 d.C.). Algunas reflexiones. En M. T. Uriarte (Ed), El juego de pelota mesoamericano. (251-326). México, D.F.: UNAM.




miércoles, 14 de diciembre de 2016

Análisis Crítico sobre la Arqueología de Género

Datos de la autora: 
Katherine L. García 
Estudiante de Licenciatura en Arqueología 
San Salvador, 2016

           La arqueología es una de las ciencias sociales que con el paso de los años ha ido diversificando su uso, además de ser una ciencia que estudia al ser humano por medio de los restos materiales, estos restos no se han visto limitados a periodos pre coloniales pues se han ido desarrollando diferentes ramas de la arqueología desde arqueología mesoamericana hasta ramas más específicas como la arqueología industrial, arqueología forense y muchas otras. Ante esto, muchos investigadores como Franz Boas, Lewis Binford, Ian Hodder y muchos más, han desarrollan diferentes enfoques para poder aproximarse a unos resultados más íntegros y confiables en arqueología.
Según Renfrew y Bahn (2007), la arqueología es la ciencia que se encarga de descubrir el pasado por medio del análisis y la interpretación científica teniendo como base el estudio de las sociedades del pasado utilizando principalmente los restos materiales de estas poblaciones, dentro de los cuales destacan las construcciones y artefactos elaborados por el ser humano.
            Debido a ello, con el paso de los años se han ido desarrollando diferentes tendencias que van desde la arqueológica histórica-cultural dentro de la cual fijar un orden cronológico era lo más importante, hasta la arqueología post procesual en la que se critica la rigidez del método científico y se considera que las interpretaciones varían dependiendo de muchos elementos como lo son el sujeto de estudio y el contexto socio cultural del investigador (Hernando, 1992; Johnson, 2000).
            De esta forma, surgen distintos enfoques teóricos en la arqueología, impulsando simultáneamente el surgimiento de nuevas temáticas o punto de enteres de esta ciencia, muchos de los cuales se actualmente se consideran que cortan transversalmente el esquema teorético que ha sido establecido hasta el momento, dentro de las cuales se encuentra la Arqueología de Género (Johnson, 2000).

Arqueología de género       
            Según Serra, Lazcano, y de la Torre (2004), durante la década de 1990 se inician nuevos campos de investigación y análisis en arqueología, dentro de este período surge la “arqueología de género” que busca rescatar información sobre la construcción de roles de género, la relación entre los hombres y las mujeres dentro de los procesos sociales y las ideologías y representaciones que conforman a una cultura.
Por otro lado, Johnson (2000), plantea que la arqueología de género:
Abarca diversas cuestiones que incluyen: la corrección de sesgo androcéntrico en arqueología, la crítica de las estructuras que gobiernan la práctica arqueología: la revisión de la historia de la arqueología, la investigación del género en arqueología, y una crítica de lo que se ve como naturaleza androcéntrica del conocimiento académico y del mundo académico en general. (pp. 154).
Asimismo, Gosden (1999) plantea que la teoría feminista enfatiza en el hecho de que en la vida humana, ningún aspecto (como el género) debe o puede considerarse de forma aislada pues toda identidad humana se crea por medio de diferentes influencias y especialmente en el caso del género, pues este es considerado no como un aspecto invariante dentro de la vida de las personas, sino algo que es tomado en cuenta en circunstancias y situaciones particulares, esto se debe a que se considera a cada persona como un ente que está en un estado constante de cambio, debido a ello es que algunos investigadores tienden a relacionar la arqueología de género con la arqueología de agencia.
Personalmente, me encuentro de acuerdo con Gosden pues considero que el género tiene bastante importancia para un estudio arqueológico ya que  es un aspecto muy influyente dentro de la vida de una persona y esto ha sido reflejado dentro de la historia pues constantemente se ha hecho énfasis en que en algunas culturas, algunos roles han sido atribuidos a hombres mientras que otros han sido atribuidos a mujeres exclusivamente.
Como se ha establecido previamente, la arqueología de género incluye diferentes temáticas, ante la corrección del sesgo, Johnson (2000) enfatiza en que dentro de la historia una de las principales problemáticas ha sido el que el situar a las mujeres dentro de la historia ha sido de gran trabajo pues ha sido difícil el interpretar su forma de pensar lo cual es constantemente atribuido a elementos androcéntricos donde se define un dominio masculino como algo normal o incluso natural pero, ante esto, muchas personas feministas establecen que continuamente de forma inconsciente muchos estudios han sido elaborados desde una perspectiva que favorece el género masculino.
Ante lo previamente planteado, debo estar de acuerdo ya que considero que a pesar de que como plantea Johnson, ha sido difícil el situar a las mujeres dentro de la historia, considero que problemáticas como estas podrían ser resueltas simplemente al llevar a cabo un lenguaje inclusivo en el cual no se hable del “hombre” sino más bien del “ser humano”, la “población” o “las personas”. Asimismo, considero que problemáticas como estas podrían ser solucionadas si se tienen en cuenta elementos como los mencionados a modo de que la persona investigadora no se limite a la obtención de información de personas de un mismo género, al menos eso en ciencias en las que se puede encontrar existente de ambos géneros en la población.
En arqueología sin embargo, es frecuente el estudio de poblaciones extintas por lo que en este caso considero que lo más apropiado es que el equipo de investigadores cuente con una mente más abierta en la cual se reconoce que pese a que en muchos casos los hombres han representado una posición de poder, ha sido posible identificar grupos culturales en los que la mujer ocupaba un rol dominante dentro de la población, por lo que al momento de realizar una interpretación, se deben tener en cuenta estos elementos o esta apreciación podría ser un resultado exagerado de investigadores que se centraron en la idea de una sociedad patriarcal.
Es posible observar esta dinámica reflejada en interpretaciones arqueológicas salvadoreñas como es el caso del Sitio Arqueológico Joya de Cerén donde una de las estructuras ha sido interpretada como el hogar de un chamán o una chamana.
Por un lado, algunos investigadores consideran que la estructura correspondiente al uso de la persona encargada de las prácticas rituales, conocida con el título de “chamán”, era el hogar o lugar de trabajo de una chamana, es decir, una mujer; tomando como base la presencia de un peine cerca de la estructura, pero el género de este personaje aún se encuentra sujeto a interpretaciones e investigaciones.
Lo anterior me conduce a discutir el por qué en un principio (antes del hallazgo del peine) gran parte de la población no veía problema en aceptar que la estructura era de un chamán pero tras el hallazgo, se ha iniciado una discusión en la cual parece ser difícil el aceptar que una mujer pudo haber desempeñado este rol. Encuentro esto muy curioso pues se fundamentó que la persona era hombre basándose en que en la mayoría de los grupos mesoamericanos, los hombres ocupaban un rol dominante, sin embargo, se ha encontrado evidencia que señala que una mujer pudo haber ocupado este puesto y entonces surge un debate científico sobre la temática lo cual continua desarrollándose.
Es decir, parece ser que es más difícil aceptar que una mujer mesoamericana desempeñara el rol de chamana que el que un hombre ejerciera esta función debido a lo que la mayoría de interpretaciones a lo largo de los años han señalado de los grupos mesoamericanos.
Esta problemática es planteada por Renfrew y Bahn (2007), quienes afirman que el estudio de la arqueología de género es importante pues permite contrarrestar múltiples tendencias previas dentro de las cuales destaca la visión androcéntrica de que el rol de la mujer prehispánica se limitó al de ser madre y compañera sexual.
De este modo, recientemente se ha ido reconociendo el papel de la arqueología de género como una forma de igualar el interés en arqueología sobre los hombres y mujeres impulsando así el desarrollo de estudios comparativos.
Bárcena (s. f.), afirma que culturas como los mexicas consideraban igual de poderosas a las diosas que a los dioses siendo ambos reconocidos y venerados de igual forma pues las diosas eran consideradas como el soporte de la sociedad, constructoras y protectoras y son ellas quienes protagonizan el nacimiento de grandes dioses de esta cultura. Entre estas diosas mexicas se encuentran Xochiquetzal, Coatlicue, Teteoinan, Tonantzin, Chicomecóatl, entre otros.
De este modo, a pesar de que muchas mujeres se encargaban de las actividades domésticas dentro de una población, dependiendo de su linaje y oficio, desempeñaban diferentes actividades tales como astrologas, curanderas, parteras e inclusive prostitutas, roles respetados y reconocidos por la población (Bárcena, s. f.).

Consideraciones finales
El género es un elemento importante dentro de lo que constituye la identidad de una persona pues se manifiesta en la forma en la que se vive, expresa y siente, permitiendo así que tanto la identidad como el género se expresen combinados en las actitudes que brindan los parámetros socio-culturares a un grupo determinado (López Hernández & Rodríguez-Shadow, 2011).
Debido a esto, la incorporación de una perspectiva basada en la arqueología de género es de gran necesidad para lograr el desarrollo de investigaciones integras y objetivas actualmente pues si se le otorga importancia solo a el hombre o solo a la mujer, se le quita representatividad al otro género.
Por medio de esta investigación se han presentado diferentes ejemplos sobre la forma en la cual se evidencia la importancia que desempeñaron ambos géneros para una población mesoamericana, a pesar de que la mayoría de ejemplos son en relación al rol de la mujer, la arqueología de género no se enfoca solo a este género pues de hacerlo sería la arqueología feminista; mientras que la arqueología de género busca corregir la idea de que los hombres fueron los únicos que cumplieron un rol de liderazgo o de importancia para las sociedades pasadas.

Referencias

Bárcena, L. (s. f.). Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Obtenido de La mujer gobernante en la época prehispánica: https://www.uaeh.edu.mx/scige/boletin/prepa4/n5/e1.html#refe1
Hernando, A. (1992). Enfoques Teóricos en Arqueología. Madrid.
Johnson, M. (2000). Teoria Arqueológica. Una Introducción. Barcelona: Editorial Ariel.
López Hernández, M., & Rodríguez-Shadow, M. (2011). Género y sexualidad en el México antiguo. México: Centro de Estudios de Antropologia de la mujer.
Renfrew, C., & Bahn, P. (2007). Arqueología. España: Akal.

Serra, M., Lazcano, J., & de la Torre, M. (2004). Explotación prehispánica de recursos en el sur del valle de Tlaxcala: una perspectiva de género. En P. Alberti, Género, ritual y desarrollo sostenido en comunidades rurales de Tlaxcala (págs. 199-218). México.

martes, 13 de diciembre de 2016

Evolución y Complejización Social durante el Postclásico: Cuenca El Paraíso, El Salvador

Datos de la autora: 
Katherine L. García 
Estudiante de Licenciatura en Arqueología 
San Salvador, 2016

Situado al noreste del territorio mesoamericano conocido actualmente como El Salvador, se encuentra la Cuenca El Paraíso, región geomorfológicamente enriquecida que comprende tres diferentes departamentos: Cabañas, Chalatenango y San Salvador (Martínez & Arévalo, 2007).
Esta cuenca es una de las áreas culturales salvadoreñas que muestra ocupación desde el Preclásico hasta el Postclásico, llegando así a ser ocupada desde el 2000 A.C. hasta el 1525 D.C.; dentro de esta investigación, se tomará en cuenta la época postclásica, es decir, del 900 al 1525 D.C. (Monterroso, 1999).

Periodo Postclásico (900-1525 d.C.)
Dividido entre temprano (900-1250 D.C.) y tardío (1250-1525 D.C.), el postclásico es un periodo mesoamericano que ha sido caracterizado como una época de guerras de diferente índole pues después del denominado como “colapso maya” para el 900 D.C., algunas de las poblaciones de Mesoamérica se disolvieron mientras que otras nuevas surgieron; entre estas destacan los nahua pipiles en El Salvador y los Mexicas en México (Eggebrecht, Eggebrecht, Seipel, Grube, & Krejci, 2001).
Este período tiende a describirse como uno en el que las sociedades teocrático-militares jugaron un papel protagónico en el desarrollo del área pues los gobernantes eran quienes ocupaba el liderazgo en el orden religioso y civil, aunque no al nivel que ocupó el K´ujul Ajaw en el Clásico pero el suficiente nivel de poder como para establecer un régimen militar sustentado por la economía casada en el pago tributario (Lowe, 1998; Sánchez, 2005).
Otro elemento importante dentro de la cultura del postclásico fueron las migraciones dado a que durante este periodo diferentes grupos se trasladaron de una zona a otra lo cual conllevo al desarrollo del sincretismo y al surgimiento de nuevas poblaciones. Esto se ve evidenciado también en la falta de utilización de la piedra como una manifestación artística  (Delgado, 2006; Eggebrecht, Eggebrecht, Seipel, Grube, & Krejci, 2001).
Asimismo, se considera que una de las principales características de este periodo es la existencia de un militarismo acentuado lo cual se ve manifestado en:
La formación de órdenes militares y en una serie de elementos ideológicos relacionados con la guerra, presentes sobre todo en la zona central de Mesoamérica desde el inicio del Posclásico, al parecer como consecuencia de la dispersión de los diversos grupos que salieron de Teotihuacán a la caída de esta ciudad como centro político. Tal militarismo implicó el surgimiento de líderes o caudillos que encabezaron un determinado grupo tribal, y tras conquistar algunos territorios, establecieron bajo su mando diversas unidades políticas, en permanentes guerras unos con otros (Delgado, 2006, pp 102).
            De esta forma, se observa que el postclásico fue un periodo en el que la organización social se fundamentaba en el orden militar a raíz de los problemas sociales de la época. Sin embargo, dentro de este periodo se desarrollaron diferentes dinámicas por lo cual Monterroso (1999), lo divide en temprano y tardío.
            El Postclásico Temprano (900-1250 d.C.) se caracteriza por ser una época en la que Chichen Itzá se encontraba en apogeo y presentaba una influencia tolteca por lo que se considera que los maya-toltecas fueron la población que dominó en esta época (Baudez, 2004).
            Por otro lado, el Postclásico Tardío (1250-1525 d.C.) fue un periodo caracterizado por ser el momento en el cual los centros de poder en el Altiplano de Guatemala se encuentran en su apogeo y por presentar gran influencia mexica en muchas áreas de Mesoamérica. La finalización de este periodo varía en los diferentes países que conforman actualmente Mesoamérica debido a que finaliza con la llegada de los españoles y estos llegaron en fechas diferentes a cada uno de los países (Monterroso, 1999).

Cuenca El Paraíso: Postclásico
Se conoce como “Cuenca El Paraíso” al área arqueológica que abarca Cabañas, Chalatenango y la sección noreste de San Salvador; esta cuenca destaca por presentar una geomorfología que facilitaba el movimiento de personas, el comercio, la arquitectura defensiva y la comunicación entre los pobladores del área cercana a ríos como el Lempa (Earnest, 1976).
            De esta forma, Fowler y Earnest (1983) proponen diferentes fases culturales para la Cuenca, dentro de las cuales, dos toman en cuenta el tiempo comprendido por el postclásico:
-          Fase Guazapa del periodo postclásico temprano (900-1200 D.C.)
Esta fase se caracteriza por manifestar una serie de elementos culturales como la cerámica que denotan una posible llegada de una población pipil de habla Nahuat. A esta fase pertenecen los sitios de Cihuatán, Santa María, Las Marías, San Francisco y San Jerónimo. Asimismo, el material cerámico demuestra una relación con los pobladores de Tula; por otro lado, se ha logrado identificar material lítico elaborado en obsidiana y en menor grado, en hueso.
En cuanto a la arquitectura, los sitios tienden a presentar construcciones con Talud-tablero, plataformas de templo en forma de “T” y estructuras de juego de pelota de tipo “I”.

-          Fase Hediondo del periodo postclásico tardío (1200-1524 D.C.)
De las fases en las que se encuentra dividida la cronología de la Cuenca El Paraíso, esta fase es de la que menos se conoce pero se considera que las ocupaciones de este periodo deberían verse caracterizadas por el tipo cerámico Rojo sobre Amarillo de Marihua.

Sitios arqueológicos del postclásico
Durante este periodo la Cuenca El Paraiso fue un lugar en el que numerosos sitios fueron habitados por primera vez, entre ellos se encuentran: Cihuatán, Santa María, San Jerónimo, San Francisco, El Zapote, Chacalingo I, Chacalingo II, Santa María y El Chaparral (Albarracín & Valdivieso, 2013; Salgado & Fernández, 2011).
·         Cihuatán:
Sitio arqueológico que abarca cerca de 80 manzanas cuya ocupación fue durante el Postclásico temprano, entre las construcciones destacan dos centros ceremoniales paralelos, dos juegos de pelota y diferentes construcciones de piedra (Boggs, 1974).
De los sitios arqueológicos de la Cuenca El Paraíso, Cihuatán es uno de los que más ha sido investigado en los últimos años por lo que actualmente el uno de los sitios más conocidos y el único que se encuentra abierto al público. 

·         Santa María:
Ubicado cerca de Cihuatán, Santa María fue probablemente una ciudad subordinada politicamente por Cihuatán por lo que ambas poblaciones compartía su ideologia, economia y condicion social por lo que para el siglo XIII, cuando Cihuatán fue abandonado, Santa María tambien lo fue (Fowler & Earnest, 1983).
      Lamentablemente, la información presentada por la ficha de registro de este sitio es bastante limitada por lo que parece desconocerse la extensión del sitio así cómo las estructuras presentes en el. 

·         Las Pampas
Sitio arqueológico localizado en Aguilares, San Salvador en un área cercana al Río Acelhuate; presenta plataformas de diferentes dimensiones, construidas con piedras y adobe. Asimismo, se han logrado encontrar diferentes entierros en el centro basal de una de las estructuras del sitio (Boggs, 1920).

·         San Francisco
Localizado en Aguilares, el sitio de San Francisco conocido previamente como “La Glorieta”, es un sitio en el que se encuentra un complejo de estructuras las cuales para 1980 mostraban daños de destrucción probablemente por el cultivo de caña (López, 1980).

·         El Zapote
Ubicado al Norte del Río Lempa, con una extensión de 10 manzanas, este sitio se localiza en el municipio de Suchitoto. A pesar de ser mencionado por Fowler y Earnest ( 1983) como un sitio del postclásico, la ficha de registro del sitio presenta poca información por lo que hay muchos datos desconocidos (Estrada, 1976).

·         Moncagua
Situado en Suchitoto, con una extensión de 10,000 mts², este sitio se encuentra formado por tres montículos unidos con una altura aproximadamente de cinco metros. Entre el material encontrado se encuentra cerámica polícroma, obsidiana y fragmentos de metates (Valle, 1976).

·         Los Yancos
Sitio arqueológico con una extension de media manzana localizado en Chalatenango; se conoce poca información pues fue uno de los sitios dañados por la construcción de la presa Cerrón Grande en 1976 (1976).

·         San Cristóbal
Ubicado en Aguilares, el sitio de San Cristóbal tiene una extensión de apróximadamente siete manzanas dentro de las cuales se encuentra un grupo de por lo menos siete montículos (López, 1980).
            
          Como se ha mencionado previamente, la Cuenca El Paraíso fue un área altamente habitada, sin embargo, a pesar de que se conocen asentamientos fechados para el postclásico, las investigaciones del área para esa época se han visto limitadas principalmente a Cihuatán; es posible tambien que muchos de estos sitios hayan sido destruidos a causa de la construcción de la presa hidroélectrica Cerron Grande o a raiz de cultivos de la población.

            A pesar de ello, Martínez y Arévalo (2007) mencionan diferentes sitios cuya información parece ser limitada a las fichas de registro de SECULTURA y en algunos casos como los sitio Chalingo I y II, no se logró encontrar esta ficha.
·         Santa Bárbara
·         El Chaparral
·         Chalingo I
·         Chalingo II
·         El Dorado
·         El Tablón
·         Malacatero
·         El Salitre
Es importante tambien el tener en cuenta que muchos de estos sitios cuentan con un fechamiento relativo por lo que es necesario el desarrollo de más investigaciones para afirmar con certeza sobre su datación por lo que la lista de sitios pertenecientes a este periodo podria ser modificada en el futuro.

Consideraciones finales
La Cuenca El Paraíso ha sido desde tiempos precolombinos un área altamente poblada gracias a la riqueza geomorfologica con la que cuenta debido principalmente al Río Lempa (Albarracín & Valdivieso, 2013).
Lamentablemente, la información conocida sobre esta área durante el postclasico mesoamericano es bastante limitada; a pesar de ello gracias a los estudios realizados en sitios como Cihuatán ha sido posible conocer que en el área los asentamiento solían situarse el lomas; esto ha sido interpretado por algunos investigadores como una manifestación del militarismo acentuado que se refleja durante el postclásico (Delgado, 2006).
Asimismo, se conoce que la población que habitó en la Cuenca pudo haber venido de México, especialmente del sitio Cantona o pudo haber sido un grupo de afiliacion a esta poblacion pues el sistema constructivo de estos sitios se asemejan entre sí (Albarracín & Valdivieso, 2013).


Referencias

(1976). Ficha de registro nº 21-A8. El Salvador.
Albarracín, J., & Valdivieso, F. (2013). Pasado, presente y futuro de la arqueologia en El Salvador. Identidades, 59-93.
Baudez, C. (2004). Una historia de la religion de los antiguos Mayas. México: UNAM.
Boggs, S. (1920). Ficha de registro nº 22-2. El Salvador.
Boggs, S. (1974). Ficha de registro nº 22-1. El Salvador.
Delgado, G. (2006). Historia de México. Pearson Educación.
Earnest, H. (1976). Arqueología proyecto de rescate "Cerrón Grande" excavaciones-interpretaciones "Hacienda Santa Barbara". Colección antropología e historia Nº7 administración del patrimonio cultural.
Eggebrecht, E., Eggebrecht, A., Seipel, W., Grube, N., & Krejci, E. (2001). Mundo Maya. Guatemala: Cholsamaj.
Estrada, N. (1976). Ficha de registro nº 22-2. El Salvador.
Fowler, W., & Earnest, H. (1983). Patrones de asentamiento y prehistoria de la Cuenca del Paraiso de El Salvador. Pittsburg.
López, N. (1980). Ficha de registro nº 22-3. El Salvador.
López, N. (1980). Ficha de registro nº 22-30. El Salvador.
Lowe, G. (1998). Mesoamerica olmeca: diez preguntas. Chiapas: Centro de Investigaciones Humanisticas de Mesoamerica y el Estado de Chiapas-UNAM.
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viernes, 15 de julio de 2016

La Sintesis Imperial: una critica al planteamiento de Trigger (1992)

Datos de la autora: 
Katherine L. García 
Estudiante de Licenciatura en Arqueología 
San Salvador, 2016

Durante muchos años, el estudio del ser humano ha ido cambiando y creciendo con los aportes de diferentes científicos, uno de estos grandes aportes fue el de la evolución propuesta por Charles Darwin en 1859 y cuyas investigaciones fueron el impulso de muchos científicos como John Lubbock quien consideraba la evolución cultural unilineal.
Si bien, considero que la evolución cultural es un hecho pues como seres humanos estamos constantemente cambiando nuestra cultura, descarto el que esta evolución sea unilineal pues cada una de las personas y sociedades realizamos este cambio o evolución cultural en el que cada cultura es producto de una secuencia única de desarrollo por lo que la evolución cultural debería ser multilineal pues no siempre se puede observar el mismo resultado ante una práctica cultural debido también a que las condiciones sociales de cada grupo e incluso de cada persona no son uniformes.
Lubbock (citado en Trigger, 1992) toma el trabajo de Darwin y plantea que como consecuencia de la selección natural, los grupos humanos nos diferenciamos no solo culturalmente sino también en cuanto a nuestra capacidad biológica para manejar la cultura; Lubbock planteaba también que la población europea es cultural, emocional e intelectualmente más avanzada y utilizaba la selección natural como justificación de la desigualdad social.
En mi opinión, Lubbock transformó los aportes de Darwin en algo influenciado por sus prejuicios, orgullo y desprecio hacia otras civilizaciones por lo que sus aportes carecían completamente de objetividad y perdieron el enfoque científico que poseía la evolución de Darwin.
Este sentimiento de Lubbock hacia grupos no europeos se reflejo también al afirmar una deficiencia moral en grupos determinados que agredían a niños, asesinaban a personas de la tercera edad, practicaban sacrificios humanos o que comían carne humana, por lo que no tuvo en consideración tampoco el relativismo cultural al momento de plantear sus estudios y no dio mayor información sobre estos grupos.
Ahora bien, pienso que biológicamente, existe una diferenciación étnica o “racial” pero esta diferenciación se limita a aspectos como el color de ojos, cabello, piel y otros rasgos físicos que pueden observarse a simple vista y debo incluir la morfología ósea entre estas diferenciaciones biológicas, pero en cuanto a órganos, sus funciones, capacidades o disfuncionalidades, no considero que exista una diferenciación y como fundamento está el hecho de que incluso previo a la llegada de grupos europeos a América, se contaba con elementos como calendarios, numeración e incluso astronomía y medicina; es más incluso se conocían muchas cosas que previamente se desconocían y en contraste con lo planteado por Lubbock debo afirmar que se contaba con tecnologías tanto que se conocían como se desconocían en Europa como por ejemplo el manejo del oro.
Asimismo, opino que estas diferenciaciones biológicas son determinadas por factores tanto externos como el medio ambiente y factores internos como las costumbres y tradiciones y esto podemos verlo reflejado en la morfología ósea la cual puede ser modificada por las actividades que realicemos pero esto no debería considerarse como que influencie también nuestras capacidades de razonamiento.
Además de los planteamientos previos, me parece curioso el hecho de que Lubbock propusiera el que los europeos son más avanzados debido a su evolución cultural y biológica pues considero importante el que no se mencionara que de acuerdo a investigaciones paleo antropológicas, los orígenes del ser humano se sitúan principalmente en África por lo que siguiendo la lógica de Lubbock, ¿No deberían ser entonces los africanos los más “civilizados”?
De igual forma, otro de los elementos que Lubbock dejó de lado es el que la cultura no es innata sino que se aprende pues se define como “una construcción que describe el cuerpo total de las creencias, comportamiento o conducta, saber, sanciones, valores y objetivos que señalan el modo de vida de un pueblo.” (Marzal, 1996, pág. 196) y un elemento fácil de identificar en el que podemos observar esto es en el idioma lo cual es un constituyente significativo de una cultura.
Durante el siglo XIX, las investigaciones de Lubbock impulsaron también a arqueólogos europeos que permitieron reforzar los enfoques e interpretaciones racistas pero estas investigaciones impulsaron también a investigadores americanos para contrastar los fundamentos racistas sin embargo por mucho tiempo estos esfuerzos se vieron limitados al no poder fundamentar una evolución multilineal ni el origen de tradiciones por medio del difusionismo y es entonces cuando el trabajo de Franz Boas otorga explicaciones a muchos de estos fenómenos e impulsa el trabajo de otros investigadores (Trigger, 1992).
En conclusión, considero que las interpretaciones realizadas por Lubbock carecían de objetividad y trataron de darle una connotación errónea a la evolución planteada por Darwin pues Lubbock la aplicó para refutar su creencia de una Europa superior tomando en cuenta elementos que solo enfatizaron sus ideas y realizando interpretaciones racistas hacia ellas lo que más tarde impulsó también a políticos como Hitler y que considero que continua influenciando el pensamiento de algunos europeos por lo que investigaciones como las de Boas realmente son muy importantes y necesarias para poder refutar dicha creencia.

Referencias

Marzal, M. (1996). Historia de la Antropologia 2. Antropologia cultural. Quito: Abya-Yala.
Trigger, B. (1992). Historia del Pensamiento Arqueologico. Barcelona: Editorial Critica, S.A.



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Datos de la autora:  Katherine L. García  Arqueóloga  San Salvador, 2018 Localizado en el Departamento de San Miguel,El Salvador, a...