Estudiante de Licenciatura en Arqueología
Introducción
Hace alrededor de unos 40,000 años se lleva a cabo lo que se
conoce como el poblamiento del continente americano pues se considera que en
esa fecha el ser humano llega a América y es esto lo que permite al ser humano
el poder asentarse en diferentes regiones del continente (Sodi,
1992).
Una de estas regiones es la denominada “Mesoamérica” por Paul
Kirchhoff (1960) que presenta como frontera norte el rio Panúco al Sinaloa,
México y como frontera sur la desembocadura del rio Montagua hasta el Golfo de
Nicoya en Nicaragua.
Mesoamérica es un área cultural que represento el hábitat de
diferentes grupos étnicos de cazadores-recolectores con rasgos lingüísticos y
culturales parecidos lo cual impulso esta denominación para brindar una mejor
identificación del área para muchas personas siendo los principales los
investigadores (Kirchhoff,
1960).
Según Monterroso (1999),
Mesoamérica se divide en cinco periodos cronológicos principales: Paleoindio
(10,000-7,000 a.C.), Arcaico (7,000-2,000 a.C.), Preclásico (2,000 a.C.-250
d.C.), Clásico 250-900 d.C) y el Postclásico (900-1525 d.C.). Sin embargo, es
importante el tener en consideración la existencia de otros periodos así como
las diferentes denominaciones con las cuales se pueden identificar los periodos
previamente mencionados así como las características principales presentes por
estos periodos entre las cuales destacan:
Paleoindio (10,000-7,000
a.C.): Se considera que es en este periodo en el que el ser humano llega a
América ante lo cual existen una serie de teorías que van desde una llegada por
medio del estrecho de Bering hasta migraciones transoceánicas (Uriarte
& Staines, Acercarse y mnirar: homenaje a Beatriz de la Fuente, 2004). Asimismo,
este periodo se caracteriza por que su población tenía como base alimenticia la
cacería de mega fauna que habitaba en el continente durante la época pues la
agricultura y la recolección aun no estaban presentes. En Mesoamérica no hay
mucha evidencia arqueológica que haga referencia a este periodo debido a que se
considera que la población no era completamente sedentaria y las construcciones
no eran permanentes (Monterroso,
1999).
Arcaico (7,000-2,000
a.C.): Dentro de este periodo se desarrolla la recolección como sustento
alimentario pero la cacería continua siendo parte de la dieta (Ídem). Para Sodi
(1992), este periodo se caracteriza por ser el periodo “pre cerámico” pues
posterior a este periodo, agricultura y la manipulación de la arcilla da
inicio.
Preclásico (2,000 a.C.-250
d.C.): Monterroso (1999) divide el preclásico en tres periodos y les
atribuye las siguientes características:
A) Preclásico Temprano (2000-800 a.C.): Las poblaciones son
sedentarias y se inicia la diversificación de tareas por lo que la población se
empieza a jerarquizas lo que a la vez da paso a un crecimiento
demográfico y ceremonial pues el ser humano empieza a adoptar diferentes
deidades lo que impulsa una serie de diferentes prácticas culturales. Dentro de
este periodo se considera que empieza a desarrollarse el juego de pelota.
B) Preclásico Medio (800-400 a.C.): Periodo caracterizado por
presentar una población demográficamente grande al igual que un sustento
alimenticio basado en la agricultura. Se edifican grandes centros de poder
ubicados principalmente en el Altiplano Mexicano y en la Costa Sur guatemalteca (Lowe,
1998).
C) Preclásico Tardío (400 a.C.-250 d.C.): Periodo en el que
se lleva a cabo un gran desarrollo tecnológico entre lo cual destaca la
escritura, arquitectura y la religión (Sodi,
1992).
Clásico (250-900 d.C): Periodo
mesoamericano en el que las artes y la cerámica presentan mayor dedicación en
cuanto a decoración (Uriarte
& Staines, 2004). Monterroso (1999) realiza una división del
periodo clásico en dos periodos:
A) Clásico Temprano (250-600 d.C.): periodo caracterizado por ser
de mayor desarrollo para las artes en los sitios del Peten y de sitios como
Teotihuacán pues muchos sitios en Mesoamérica presentan influencia
teotihuacana.
B) Clásico Tardío 600-900 d.C.): periodo caracterizado por ser de
mayor desarrollo de las tierras bajas mayas.
Postclásico (900-1525 d.C.): Al
igual que el periodo Clásico, el Postclásico es dividido en dos:
A) Postclásico temprano (900-1250 d.C.): Muchos sitios de poder en
el Petén colapsan debido a diferentes razones que van desde crecimiento
demográfico descontrolado hasta fenómenos naturales que afectan a gran parte de
la población (Ídem).
B) Postclásico tardío (1250-1525 d.C.): periodo caracterizado por
ser el momento en el cual los centros de poder en el Altiplano de Guatemala se
encuentran en su apogeo y por presentar gran influencia mexica en muchas áreas
de Mesoamérica. La finalización de este periodo varía en los diferentes países
que conforman actualmente Mesoamérica debido a que finaliza con la llegada de
los españoles y estos llegaron en fechas diferentes a cada uno de los países
(Ídem).
Para investigadores como Sodi (1992) y Lowe (1998),
al hablar sobre los grupos étnicos que habitaron Mesoamérica, todo inicia con
los Olmecas pues este grupo es uno de los más antiguos identificados en este
territorio lo que ha conllevado a que diferentes rasgos culturales se les haya
atribuido a los olmecas.
Ante esto muchos le han otorgado a los olmecas el título de
“cultura madre” lo que ha conllevado a discusiones posteriores por otros
investigadores que sugieren un título de “cultura hermana” proponiendo que
existían otros grupos culturales contemporáneos e incluso previos a los olmecas
y que fueron ellos quienes desarrollaron o crearon gran parte de estos rasgos
culturales que se les suelen atribuir a los olmecas (Flannery
& Marcus, 2000).
Uno de estos rasgos culturales es el juego de pelota pues para
muchos esto es creación o invención olmeca mientras que otros investigadores
consideran que fueron grupos previos o contemporáneos a los olmecas quienes
crearon estas prácticas y es esta temática la cual se discutirá dentro de este
ensayo ¿Son realmente los olmecas quienes crearon el juego de pelota
mesoamericano que más tarde adoptan culturas como los Mayas? O ¿es esta
práctica creada por otro grupo étnico?
Los Olmecas
Según Lowe (1998), los olmecas fueron la primera sociedad avanzada
o civilización mesoamericana y habitaron un área que va desde el sureste de
México hasta algunas partes de Guatemala y El Salvador entre 1,300 y 400 a.C.
asentándose principalmente en el golfo sur en Chiapas y Guatemala pero
inicialmente teniendo como centros de poder San Lorenzo en Veracruz y La Venta
en Tabasco.
La denominación “olmeca” fue otorgada por diferentes
investigadores de esta cultura en referencia a que vivían en la “tierra de
hule” pues es de esta forma en la cual la palabra “olmeca” se traduce del
náhuatl. De acuerdo a diferentes investigaciones, se considera que los olmecas
provenían de una tradición evolutiva que se ha denominado como “pre olmeca”
entre los años de 1,700 y 1,200 a.C. situada en lo que actualmente se conoce
como México (Ídem.).
Para Lowie (1998):
El logro de la civilización prístina en esta zona aparentemente
resulto de dos factores principales: primeramente la superioridad estratégica
de su ambiente ribereño favorable para el crecimiento de una población grande
con clases sociales desarrolladas; y, por consiguiente, estímulos foráneos,
llegados de otras regiones del territorio de México actual en siglos
anteriores. (pp. 37)
Como previamente se ha mencionado, uno de los rasgos
característicos de los olmecas eran su extensa red de comercio lo que implica
también una relación entre los olmecas y otros grupos étnicos que a pesar de
existir una gran discusión en torno a la temática, se considera que dicha red
de comercio se logró extender desde el centro mexicano hasta Costa Rica (Elbibliote.com,
2015).
Sin embargo, dentro de esta investigación se considera que
actualmente no se han logrado identificar suficientes vestigios arqueológicos
olmecas más al sur del Occidente salvadoreño e inclusive, muchos autores
consideran que en El Salvador la influencia olmeca se ha visto limitada a
Chalchuapa.
A pesar de lo previamente planteado, se considera que los olmecas
fueron considerados como grandes difusores y creadores de muchas prácticas
culturales más tarde adoptadas y mayor desarrolladas por otros grupos mesoamericanos.
Sin embargo, es importante el tener en consideración que los olmecas no se
limitaron a dar elementos culturales sino que también adoptaron diferentes
elementos de otras culturas que habitaban en el área durante y previo al
periodo habitacional olmeca (Elbibliote.com,
2015).
De acuerdo con Tabarev (2007), los olmecas fueron una población
que explotó diferentes materiales para la creación distintos artefactos, dentro
de estos materiales destacan la obsidiana, el jade, la serpentina, la cerámica,
la magnetita, la piedra (especialmente basalto); también era frecuente la
representación de elementos naturales dentro de sus expresiones culturales
tales como los animales (jaguares, tortugas, aves, cocodrilos y moluscos) así
como vegetación entre la cual destaca el maíz.
Según Soustelle (1983), la cultura olmeca ejerció gran influencia
en su época, dicha influencia no es atribuida a un carácter imperial pues se
considera que los olmecas no sometieron de ninguna forma a los grupos étnicos
contemporáneos sino que al contrario de los mexicas y los mayas, los olmecas
ejercieron esta influencia por medio de una serie de redes comerciales que
promovieron. Esta interpretación se ha elaborado a partir de rasgos
arqueológicos que han permitido el contemplar a los olmecas no como una cultura
guerrera sino más bien como una cultura cuya religiosidad estaba muy arraigada
lo cual podría haberles otorgado un alto nivel de poder ya que uno de los
rasgos que caracterizan a los olmecas son sus enormes rasgos monumentales.
Tras haberse expuesto las principales características que
presentaron los olmecas así como la influencia desempeñada por estos, muchos
estudios han conllevado a otorgarles el título de “cultura madre” a la
población olmeca lo que ha incentivado en los últimos años a una creciente
discusión al respecto.
Cultura madre
Esta postura de los olmecas como “cultura madre” es planteada por
investigadores como Covarrubias (1946), Caso (1965), Bernal (1969), Diehl
(1989), Tolstoy (1989) y Lowe (1989) (citados en Uriarte & Staines,
2004), quienes plantean que los olmecas crearon un modo de vida nuevo que más
tarde fue la inspiración de todas las culturas mesoamericanas.
Pool (2007) considera que esta identificación hacia los olmecas
como la “cultura madre” mesoamericana surge a principios de los 40’s planteando
que los olmecas eran unos progenitores individuales de las civilizaciones
mesoamericanas partiendo desde un difusionismo desde una cultura -los olmecas-
de mayor antigüedad por lo que tras la realización de dataciones por medio de
radiocarbono las cuales dieron a conocer la antigüedad de la población olmeca
que se considera de aproximadamente 3,215 años antes del presente.
En adición a los elementos culturales identificados en
diferentes áreas de Mesoamérica también identificados en regiones olmecas, se
estableció que por ser una cultura tan antigua y por tener presencia de rasgos
culturales que más tarde son adoptados por distintas civilizaciones, los
olmecas fueron la cultura madre y esta fue una idea que permaneció durante tres
décadas hasta que durante 1970 diferentes investigadores formularon el concepto
de cultura olmeca como cultura hermana de cual se discutirá a continuación.
Primus inter pares
Esta ideología es una alternativa de los conocidos como “no
tradicionalistas” quienes han desarrollado diferentes investigaciones desde el
año 1970 en distintas áreas afuera de lo que se ha denominado como territorio
olmeca así como en la Costa del Golfo Olmeca. A través de estas
investigaciones que se ha desarrollado la ideología de “primus inter pares” o
conocida también como “cultura hermana” la cual plantea que durante el
Preclásico mesoamericano existían diferentes grupos culturales que compartían
símbolos y que se influenciaban e interactuaban unos con los otros por lo que
los olmecas vendrían siendo más una cultura hermana que una cultura madre (Pool,
2007).
De la misma forma, Lowie (1998) plantea también que por medio de sus avances
culturales, los olmecas causaron que otros grupos culturales los imitaran pues
su calidad y cantidad de obras eran muy representativas, pero que no por esto
se le debería de denominar a los olmecas como una “cultura madre” ya que por
medio de esto se estarían negando o desestimando las posibles contribuciones de
otros grupos étnicos mesoamericanos entre los cuales se pueden mencionar lo
otomíes y los pames arcaicos.
Lowie (1998, pp. 38) plantea también que:
Cada región desarrolló su propia cultura, con sus propias
peculiaridades…Es ilógico suponer que todo este progreso fue logrado mediante
la interacción de regiones y grupos, y mediante una cooperación y un proceso de
asimilación de intensidades variables e incalculables, según de que etnias se
tratara, y frente a otras barreras como las naturales.
Según Uriarte & Staines (2004),
existen investigadores como Flannery (1976), Demarest (1989), Grove (1989),
Marcus (1989), Love (1991) y Niederberger (2000) quienes consideran que los
olmecas solamente compartieron con grupos como los zapotecas, mayas y totonacas,
un estilo de vida que más tarde marco Mesoamérica.
Es importante también el tener en consideración el que junto a estos “estilos
olmecas” se han encontrado también objetos, costumbre y estilos que no son
enteramente indicativos de los olmecas pues hace alusión a unas tradiciones,
ordenes sociales y gustos locales de la región por lo que se interpreta que así
como en Mesoamérica se han compartido diferentes rasgos culturales durante
distintos periodos, la región de México, Guatemala y El Salvador (región
conocida como “olmeca” ) muestra también rasgos culturales muy parecidos y si a
esto agregamos la extensa red comercial de la época junto a la cercanía
geográfica, es muy posible que estos rasgos que se han denominado como
característicos de los olmecas, hubieran sido adoptados por ellos de otro u
otros grupos étnicos previos o contemporáneos a ellos (Lowe,
1998).
Sin duda alguna, los rasgos culturales olmecas no fueron todos
aportes de otros grupos culturales pues en sitios que diferentes
investigaciones han permitido concluir de que son olmecas, como La Venta,
surgen elementos culturales por primera vez en Mesoamérica. Uno de estos
elementos es la demarcación neta entre el espacio urbano y el resto del
territorio por lo que la ciudad se ve separada del campo (Florescano,
s.f.).
Ahora bien, habiendo establecido que existen diferentes corrientes teóricas
sobre la población que creó y desarrollo prácticas culturales como el arte, la
escritura, la estratificación social, el juego de pelota y otras prácticas, se
da paso a interrogantes sobre si existió una cultura madre que vendría siendo
la olmeca o si realmente las civilizaciones posteriores fueron el resultado de
un conjunto de influencias de diferentes grupos culturales.
Dentro
de esta investigación se considera con mayor objetividad la idea de los olmecas
como cultura hermana o como primus inter pares pero con esto no se intenta
minimizar la importancia desempeñada por los olmecas. Sin embargo, se pretende
reflexionar si elementos culturales como el juego de pelota tienen un origen
olmeca o realmente fue creado por alguna de estas otras culturas contemporáneas
o previas a los olmecas.
El juego de pelota mesoamericano
Según Oliveros (1992, pp. 49), “el juego es tan antiguo como el hombre mismo,
nace con él. A través del juego, el hombre crea y recrea su propia esencia, su
cultura particular.” Por lo que juegos como el juego de pelota mesoamericano
tienen una importancia significativa para la población que lo jugo sin importar
la función que este juego podría haber desempeñado pues de acuerdo a diferentes
investigaciones, el juego de pelota cumplió con una gran diversidad de
funciones lo cual se discutirá un poco dentro de este ensayo.
Para Hammond (1976),
el juego de pelota o también llamado pok-ta-pok para los Mayas y tlachtli para los Mexicas o Aztecas, es un
aspecto característico dentro de las culturas mesoamericanas precolombinas pues
a pesar de ser encontrado con una gran diversidad de formas en las cuales se
jugaba, esta práctica es una que se extendió por casi toda Mesoamérica.
Tanto las reglas, el equipo, la función y la cantidad de jugadores
variaron en diferentes periodos y espacios pero algunas características se han
mantenido tales como la forma en la cual se competía que era entre dos
jugadores o dos equipos, la pelota y la localidad que era en una cancha con dos
estructuras una frente a la otra y dejando un pasillo en el centro en el cual
se desarrollaba el juego (Hammond,
1976).
Según Camacho & Sánchez (2013),
el juego de pelota mesoamericano es más que un juego pues es un ritual
religioso en el que según el Popol Vuh:
Los jugadores usaban una rodela de cuero, o escudo redondo con que
detenían la pelota de hule macizo; la pala que ponían sobre el brazo derecho
para rebotar en el suelo la pelota; la argolla que colocaban en la pared del
atrio; el hule o pelota; la corona o yagual de los jugadores y el cerco
protector de la cara, especialmente de la frente y la nariz.
Sin embargo, tanto la vestimenta como la forma en la cual se desarrollaba el
juego de pelota vario en el tiempo y en el espacio pero era siempre llevado a
cabo en una cancha que solía tener una forma de “I” o “doble T” lo cual se cree
que hace referencia a los cuatro puntos cardinales pues se ha logrado obtener
información por medio de algunos escritos indígenas como el Popol Vuh y el
Chilam Balam (Camacho
& Sánchez, 2013).
En cuanto a la función que desempeñaba el juego de pelota, se
considera que era diversa pues en sitios como San Lorenzo y La Venta se cree
que desempeñaba una función ritual hacia la tierra mientras que en sitios como
Copán se considera que el juego de pelota ejercía más bien una función de culto
hacia la fertilidad (Rodriguez,
2000) (Eggebrecht,
Eggebrecht, Seipel, Grube, & Krejci, 2001).
Para Rodríguez (2000), en sitios olmecas como San Lorenzo y La
Venta el juego de pelota además de adoptar una función ritual, se considera que
es entonces cuando por primera vez se le atribuye este tipo de función ritual
al juego pues en él se incluía un sacrificio humano por medio de la
decapitación.
Discusión
Como previamente se ha planteado, el surgimiento de los olmecas ha
sido datado alrededor de 1,300-1,200 a.C. pero sobre el juego de pelota
Oliveros (1992) plantea que en el sitio arqueológico
El Opeño en Michoacán, México, se encontraron dentro de una tumba ocho
diferentes figurillas de barro las cuales representan una escena del juego de
pelota y es importante mencionar el que El Opeño ha recibido una datación de
1,500 a.C. y que a pesar que a su población no se le ha atribuido ninguna
denominación, se conoce que esta no era olmeca lo que conlleva a la idea de que
unos 200-300 años antes de que los olmecas surgieran, el juego de pelota ya
formaba parte de las prácticas culturales de la población mesoamericana.
Dentro del entierro mencionado, se encontraron también un yugo
tallado en basalto de pequeño tamaño similar a unos encontrados en Trapacoya y
Tratilco los cuales se considera que cumplían con la función de protectores
para con los jugadores de este juego (Oliveros,
1992).
En adición al juego de pelota como un aporte de una cultura que no
fueron los olmecas, Ortiz, Rodríguez & Delgado (1992), plantean que
no se han logrado encontrar evidencias contundentes hasta la fecha que permita
afirmar que el juego de pelota surge entre los olmecas.
Sin embargo, Michael Coe y Richard Dhiel (1980, citados en Ortiz,
et. al. 1992) aseguran que algunas de las figurillas encontradas en “La
palangana” (San Lorenzo, Veracruz), pudieron representar a personas que jugaban
el juego de pelota pues se encuentran decorados por barbiquejos y aditamentos
en las piernas, brazos y caderas. A pesar de que es posible que estas
figurillas encontradas por Coe y Dhiel sean representaciones de jugadores del
juego de pelota, esto indicaría que los olmecas sí realizaban esta actividad
pero no que fueron ellos quienes lo crearon pues el sitio arqueológico San
Lorenzo no presenta una antigüedad mayor de 1,200 a.C.
A pesar de lo planteado por Oliveros (1992), Castro (1992) plantea
dentro del mismo libro titulado “El juego de pelota en Mesoamérica: raíces y
supervivencia” un origen para el juego de pelota datado al Preclásico Medio, es
decir, entre 1,100-600 a.C. basándose en restos arqueológicos que se han datado
para esa fecha.
De la misma forma, Castro (1992), afirma que el juego de pelota
presenta una función religiosa y que debido a que la cultura olmeca se ha
distinguido por ser una población cuya religión y elementos tecnológicos y
arquitectónicos permitirían el desarrollo de un juego tan completo como el
juego de pelota, no es posible atribuirle a alguna otra población esta práctica
cultural.
Para Castro (1992, pp. 70), “La cultura olmeca es la única en
presentar el nivel de conceptualización ideológica suficiente para servir de
base a una expresión de los conceptos sumamente complejos del juego de pelota”.
Ahora bien, a pesar de que dentro de esta investigación no se duda
el nivel complejo que supone el juego de pelota, no se considera que los
olmecas hayan sido los únicos con la capacidad de crear algo como esta práctica
cultural por lo que ideas como la planteada por Castro presentan una denotación
un poco despectiva y hacen referencia a la cultura olmeca como una cultura
madre lo cual se considera como una ideología desfasada en recientes
investigaciones pues hallazgos recientes han permitido comprobar que existían
otros grupos culturales contemporáneos a los olmecas que muy probablemente
llegaron a influenciar incluso a los mismos olmecas por lo que el visualizar a
estas culturas como poblaciones inferiores no es objetivamente aceptable
considerando que la evidencia arqueológica demuestra que los olmecas no fueron
los únicos que brindar aportes culturales a civilizaciones posteriores.
Al igual que Castro, Beristáin (1992),
plantea que existe evidencia arqueológica en sitios olmecas como San Lorenzo,
La Venta y El Manatí la cual consiste en figurillas que representan a jugadores
del juego de pelota pero estos han sido fechados entre 1150 y 900 a.C. por lo
que Beristáin menciona también que las figurillas encontradas en El Opeño,
Michoacán otorgándoles una datación de 1,500 a.C. lo cual contrasta también la
idea de los olmecas como creadores del juego de pelota.
Análisis de datos obtenidos
Los Olmecas sin lugar a
dudas fueron una de las grandes civilizaciones que habitaron Mesoamérica pero a
pesar de sus grandes desarrollos en cuanto a arte, escritura, religión,
cerámica, monumentos arquitectónicos, entre otros, no se considera que deberían
de ser conocidos o nombrados como la “cultura madre” de Mesoamérica pues no
fueron los únicos que desarrollaron prácticas culturales que más tarde fueron
adoptadas y desarrolladas a mayor complejidad por civilizaciones posteriores.
Asimismo, se considera que a pesar de
haber sido una población con unas redes administrativas y de comercio bastante
extensas, esto implica no solo una influencia ejercida por los olmecas hacia
las demás poblaciones contemporáneas a ellos sino también una influencia
recibida por los olmecas desde otras de estas poblaciones.
Se considera también que aunque en regiones como Chalchuapa, El Salvador se ha
podido observar lo que se ha denominado como “influencia olmeca” se debe de
tener presente también el que muchas de las investigaciones previas a 1970
podrían haberle otorgado a los olmecas muchos hallazgos que podrían no haber
sido de ellos al igual que muchos de las practicas arqueológicas pues incluso
en libros escritos más de dos décadas después ha sido posible contemplar la
discusión en torno a si prácticas culturales precolombinas como el juego de
pelota tienen un origen olmeca o no, un ejemplo de ello es el libro de Uriarte
(1992) en el cual muchos de los diferentes autores se limitan a presentar un
origen olmeca para con el juego de pelota basándose enteramente en la evidencia
de sitios como San Lorenzo dejando de lado evidencia más antigua que otros
autores plantean.
Es curioso también el observar la discusión personal que tienen
algunos autores como Beristáin (1992),
pues a pesar de plasmar dentro de sus hallazgos evidencia arqueológica que
respalda un origen del juego de pelota previo a los olmecas, dentro de su
artículo además de mostrar esta evidencia y de desarrollar la evidencia que
existe sobre la relación entre los olmecas y el juego de pelota, no afirma en
ningún momento un origen preciso del juego de pelota ya que se limita a exponer
la evidencia arqueológica sin presentar una interpretación propia lo cual
podría ser el resultado de la constante discusión en torno a los olmecas como
cultura madre o como cultura hermana.
Ahora bien, en base a la evidencia mencionada tanto por Oliveros,
Castro y Beristáin (1992), se considera que lo planteado por Ortiz, Rodríguez y
Delgado (1992) sobre la ausencia de evidencia arqueológica que sustente el que
los olmecas hayan jugado al juego de pelota, es erróneo pues otros autores como
los previamente planteados permiten observar evidencia que en este ensayo se
considera que es lo suficientemente válida como para afirmar que los olmecas si
practicaban el juego de pelota pero que el juego no fue creado o inventado por
ellos.
Es importante también mencionar que en sitios como La Venta se han
realizado dataciones de radiocarbono que han arrojado una antigüedad de 1,200
años a.C. apróx. pero en el caso de El Opeño no se pudo identificar una
datación absoluta de este tipo.
Sin embargo, aunque la datación de El Opeño este errónea, se debe
tener en cuenta que aun así esta es una datación relativa por lo que su margen
de error no debería ser muy grande y que esta datación le ha otorgado a El
Opeño una antigüedad de 300 años mayor a La Venta e inclusive si se llegara a
comprobar que estos sitios eran contemporáneos, esto indicaría que no solo los
olmecas practicaban el juego de pelota en esa época pero esto sin duda daría
paso a toda una nueva serie de discusiones al respecto.
De la misma forma, muchas personas afirman que los olmecas fueron quienes
crearon el juego de pelota tomando como base el que la palabra “Olmeca”
traducido del náhuatl quiere decir “habitantes de la región de hule” o “gente
del país del hule” debido a que los olmecas habitaron en un territorio en el
que era posible la extracción del látex de los árboles, material del cual se
hacia el balón del juego de pelota pero esta teoría pierde su significado
cuando se tienen en cuenta dos elementos:
1. La nominación “Olmeca” ha sido
atribuida a esta población que habito en sitios como La Venta en 1,200 a.C.
pero realmente se desconoce la forma en la cual esta población se
autodenominaba.
2. Es conocido que el espacio no
desempeño una problemática para diferentes civilizaciones precolombinas pues se
erigieron sitios arqueológicos con materiales que son encontrados a cientos o
incluso miles de kilómetros de donde fueron edificados estos sitios e incluso
al tener en consideración la posibilidad de que los Olmecas hayan ejercido
influencia en regiones como Chalchuapa en El Salvador durante el Preclásico
cuando habitaban en regiones como Tabasco que guardan una distancia aproximada
de casi 800 kms. entre sí, el habitar una región solo porque era rica en un
material primo como lo era el hule realmente se considera que pierde
significancia cuando el recorrer grandes distancias no era una dificultad.
Asimismo, es importante el tener en consideración que aunque sitios olmecas
presenten evidencia que haga referencia a la práctica del juego de pelota, esta
evidencia no es tan representativa como la que se ha encontrado en El Taijín
que es uno de los sitios arqueológicos mesoamericano con más canchas de juego
de pelota identificado.
Consideraciones finales
Sin duda alguna los olmecas fueron un grupo étnico que ejerció gran influencia
dentro de Mesoamérica, pues en recientes investigaciones se ha contemplado
incluso la posibilidad de que su cultura haya sido plasmada en la geomorfología
por medio de geoglifos (Selvas,
2013). Pero al atribuirles a los olmecas la creación del juego de
pelota se está cayendo en una falta de objetividad hacia los hallazgos
arqueológicos.
A pesar de que a la población habitante de sitios como El Opeño actualmente no
se le denomine de una forma específica como a los Olmecas, se considera que
este no es un elemento valido para atribuirles elementos culturales como el
juego de pelota a los olmecas pues aunque si bien, es posible que el hacer
referencia a poblaciones como los olmecas es más fácil debido a que estos son
más conocidos, se cree que este tampoco es un factor veraz.
Sin duda alguna, el juego de pelota desempeño una gran importancia para la gran
mayoría de civilizaciones mesoamericanas pues es una práctica que se ha
identificado en los tres grandes periodos de esta área cultural siendo
desarrollada no solo por poblaciones previas o contemporáneas a los Olmecas, e
incluso por los mismos olmecas pues en es posible observar vestigios del juego
de pelota en casi toda Mesoamérica. Estos vestigios son principalmente las
canchas de juego de pelota pero no se limitan a las canchas pues como se ha
expresado, en cerámica también se han realizado representaciones de este juego
e inclusive en piedra como es el caso de la representación artística en el
Juego de Pelota Sur del sitio arqueológico El Taijín (Castro,
1992).
Sin embargo, actualmente el estudio de periodos como el Preclásico
y periodos anteriores a este se han visto limitados por la problemática de
continuidad habitacional en las mismas áreas por poblaciones posteriores así
como por la constante destrucción de sitios arqueológicos por factores
antrópicos y en menor grado por factores naturales.
Referencias
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Mexico: origen y desarrollo. En M. T. Uriarte, El juego de pelota en Mesoamerica:
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